A continuación se muestra una serie de frases cortas, o máximas, que me han resultado muy prácticas y útiles. A menudo podemos pensar que la vida espiritual es muy complicada y difícil de vivir. Se le pidió al P. Thomas que elaborara una lista simple y concisa de la esencia de nuestra Vida en Cristo mientras luchamos en el camino hacia la salvación. Se le ocurrieron estas 55 máximas. Le animo a que las publique en algún lugar donde pueda verlas a menudo.
Estar siempre con Cristo y confiar en Dios en todo.
Ore como pueda, no como cree que debe hacerlo.
Tener una regla de oración que se pueda cumplir mediante la disciplina.
Reza el Padre Nuestro varias veces al día.
Repita una breve oración cuando su mente no esté ocupada.
Haz algunas postraciones cuando reces.
Consuma buenos alimentos con moderación y ayune los días de ayuno.
Practica el silencio, interior y exterior.
Siéntese en silencio de 20 a 30 minutos cada día.
Haz actos de misericordia en secreto.
Asiste a los servicios litúrgicos con regularidad.
Vaya a la confesión y la sagrada comunión con regularidad.
No involucre pensamientos y sentimientos intrusivos.
Revele todos sus pensamientos y sentimientos a una persona de confianza con regularidad.
Lea las Escrituras con regularidad.
Lea buenos libros, poco a poco.
Cultiva la comunión con los santos.
Sea una persona común, una de la raza humana.
Sea cortés con todos, en primer lugar con los miembros de la familia.
Mantenga la limpieza y el orden en su hogar.
Tenga un pasatiempo saludable y saludable.
Hacer ejercicio regularmente.
Vive un día, incluso una parte del día, a la vez.
Sea totalmente honesto, en primer lugar consigo mismo.
Sea fiel en las pequeñas cosas.
Haz tu trabajo, luego olvídalo.
Haga primero las cosas más difíciles y dolorosas.
Enfrenta la realidad.
Estar agradecidos.
Ser alegre.
Sea simple, escondido, silencioso y pequeño.
Nunca llames la atención sobre ti mismo.
Escuche cuando la gente le hable.
Esté despierto y atento, completamente presente donde se encuentre.
Piense y hable de las cosas no más de lo necesario.
Habla de forma sencilla, clara, firme y directa.
Huye de la imaginación, la fantasía, el análisis, descifrar cosas.
Huye de las cosas carnales y sexuales en su primera aparición.
No se queje, refunfuñe, murmure ni se queje.
No busques ni esperes piedad o elogios.
No te compares con nadie.
No juzgues a nadie por nada.
No intentes convencer a nadie de nada.
No te defiendas ni te justifiques.
Sea definido y limitado por Dios, no por las personas.
Acepte las críticas con gracia y pruébelas con cuidado.
Dé consejos solo cuando se lo pidan o cuando sea su deber.
No haga nada por las personas que puedan y deban hacer por sí mismos.
Tener un horario diario de actividades, evitando caprichos y caprichos.
Sea misericordioso con usted mismo y con los demás.
No esperes más que la tentación feroz de tu último aliento.
Concéntrese exclusivamente en Dios y la luz, y nunca en la oscuridad, la tentación y el pecado.
Soporta la prueba de ti mismo y tus faltas serenamente, bajo la misericordia de Dios.
Cuando te caigas, levántate inmediatamente y empieza de nuevo.
Obtenga ayuda cuando la necesite, sin miedo ni vergüenza.
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