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Explicaciones y Textos Litúrgicos
Villancicos e Himnos
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La fiesta de la Natividad de Cristo es
celebrada de manera análoga a la de la Fiesta de Pascua de
Resurrección. Un ayuno de cuarenta días precede la fiesta, con días
preparatorios especiales que anuncian el pronto nacimiento del
Salvador. Así en el día de San Andrés (30 de noviembre) y el día de
San Nicolás (6 de diciembre), se cantan himnos que anuncian el
nacimiento del Señor que luego acontecerá.
Prepárate tú, oh pesebre, pues se aproxima la
oveja, llevando a Cristo en sus entrañas. Adórnate, tú, oh caverna,
para recibir a quien por su palabra cambió nuestra animalidad, a
nosotros todos los terrenales.
Oh pastores, velad y dad testimonio del
temible milagro; y vosotros oh magos, llegando de Persia, traed sus regalos al Rey, oro, incienso y
mirra. Pues se aproxima la Virgen, llevando a Cristo en sus entrañas
y clamando: ¡Cómo fuiste plantado en mí, y cómo has crecido de mí,
oh Dios y Salvador mío!. (Himno Vespertino de la Fiesta de San
Nicolás)
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Divina Liturgia:
Fotos de la Navidad 2007
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Clase en Powerpoint
de la Navidad: Dios con Nosotros
Boletín con las Lecturas del día
Homilía de San Juan Crisóstomo
Explicación de la Fiesta
Villancicos e Himnos
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En la víspera de la Navidad por la mañana, se
celebran las Horas Reales y la Divina Liturgia de San
Basilio con Vísperas. Durante estos oficios, se leen las
profecías del Antiguo Testamento, con especial énfasis la profecía
de Miqueas que anuncia que Belén será
el lugar natal del Salvador, y las profecías de Isaías
acerca de la venida del Mesías y cómo será Él.
Por tanto, el Señor mismo os dará señal; He
aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su
nombre Emmanuel. (Isaías 7,14)
Dios está con nosotros. Tomad consejo, y será
anulado; proferid palabra, y no será firme; porque Dios está con
nosotros. (Isaías 8,10)
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es
dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre
Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y
la paz no tendrán límite. (Isaías 9,6-7)

Se da comienzo a la Vigilia de la Navidad con las
Completas Mayores, con la solemne entonación de
“Dios con Nosotros” y las palabras de la profecía de Isaías.
En el oficio de Completas también se cantan el Tropario y el
Kontakion de la fiesta, junto a otros himnos que glorifican el
nacimiento del Salvador. También se rezan las especiales y largas
letanías de intercesión con la solemne bendición de los cinco panes,
trigo y vino, de los cuales los fieles participan, y el aceite con
que son ungidos. Se realiza esta parte de la vigilia en todas las
grandes fiestas, y se llama artoklasia, una palabra griega
que quiere decir “el partir del pan”.
Al inicio de Matutinos de la Navidad, que junto al
oficio de Completas forman la Vigila de la Navidad, se leen los seis
salmos matinales introducidos como siempre por el versículo:
Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de
buena voluntad. (Lucas 2,14). En los oficios litúrgicos de la
Navidad, generalmente se cantan estas palabras con gran solemnidad,
más que en los oficios diarios del resto del año. El oficio de
Matutinos prosigue como de costumbre. La lectura del Evangelio es de
San Mateo (1,18-25), y habla del nacimiento de Cristo. Todos
los himnos y versos lo glorifican y celebran:
Cristo ha nacido, glorifícale. Cristo ha
venido del cielo, ven a su encuentro. Cristo está sobre la tierra,
elévense. Canta al Señor, toda la tierra. Canten con alegría, oh
pueblos. Pues Él ha sido glorificado.
(Primera Oda del Canon de la
Navidad)
La Divina Liturgia de la Navidad comienza con
salmos de glorificación y alabanza. Durante la Pequeña Entrada con
el Evangeliario, libro de los Santos Evangelios, se cantan el
Tropario y el Kontakion de la fiesta. El versículo de la carta a los
Gálatas (3,27)
nuevamente reemplaza el Trisagion. La lectura de la Epístola es
tomada de la Carta de San Pablo a los
Gálatas.
Pero
cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su hijo, nacido
de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban
bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por
cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su
Hijo, el cual clama, ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino
hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.
(Gálatas 4,4-7)
La lectura del Evangelio es el conocido relato de la
Natividad de Cristo tomado del Evangelio según San Mateo (2,
1-12), y la Divina Liturgia prosigue como de costumbre. Luego
sigue una celebración especial de dos días, dedicada a María la
Theotokos y a San Esteban, el Primer Mártir. Se extiende
este periodo de regocijo en la Iglesia hasta la Epifanía, y durante
este tiempo se cantan una y otra vez los himnos de la Navidad, y no
se acostumbra ni a arrodillarse ni a hacer ayuno.
En la Iglesia Ortodoxa, se refiere formalmente a esta
fiesta como la Natividad según la Carne de Nuestro Señor, Dios y
Salvador Jesucristo. Por lo tanto en la Navidad celebramos la
Encarnación del Hijo de Dios, Aquel que junto al Padre y el Espíritu
Santo es verdaderamente Dios desde toda la eternidad. Así cantamos
en la Iglesia:
Hoy una Virgen da a luz al Eterno, y la tierra
ofrece una caverna al Inaccesible. Ángeles y pastores le glorifican,
y los magos siguen a una estrella. Hoy ha nacido por nosotros
un Niño: el Eterno Dios. (Kontakion de
la Natividad de Cristo)

Durante los primeros cuatro siglos de la historia de la
Iglesia, la Natividad de Cristo no se celebraba sola, sino
juntamente con la Epifanía, como una gran fiesta única de la
aparición de Dios sobre la tierra, en forma del Mesías de Israel.
Más tarde se comenzó a celebrar la Natividad como tal en el día 25
de diciembre, para desviar la atención de la fiesta pagana del Sol
Invencible que se celebraba en ese día. La fiesta de la Natividad
del Señor fue establecida por la Iglesia en forma consciente, en su
esfuerzo de vencer a la falsa religión de los paganos. Así,
descubrimos que el Tropario de la Fiesta polemiza en contra de la
adoración del sol y de las estrellas, y llama a todos a adorar
únicamente a Cristo, el Verdadero Sol de Justicia (Malaquías 3,20),
quien es adorado por todos los elementos de la naturaleza.
Tu nacimiento, oh Cristo Nuestro Dios, ha
hecho resplandecer sobre el mundo la luz de la sabiduría. Porque los
que adoraban las estrellas aprendieron de la estrella a adorarte a
Ti, el Sol de Justicia, que desde las alturas viniste. Oh Señor,
Gloria a Ti. (Tropario)
Entonces,
la fiesta de la Natividad de Cristo es la celebración de la
salvación del mundo mediante el Hijo de Dios quien se hizo hombre
por nosotros a fin de que, mediante Él, podríamos llegar nosotros
mismos a ser deificados por la obra santificadora del Espíritu
Santo.
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